26 de agosto de 2012

Filosofìa de la Ciencia y de la Tècnica: el rol actual de las redes sociales.

Los ciberadictos empiezan a llegar a las consultas para recuperar la vida real "no es fácil reconocer que uno tiene un problema por su manera de usar internet", explica la doctora Susana Jiménez. La unidad de Juego Patológico del hospital de Bellvitge ya atiende a 52 adictos a las redes sociales. No son muchos, pero ya suponen el 2,1% de los pacientes que tratan. "Cuesta mucho llegar al tratamiento, porque no es fácil reconocer que uno tiene un problema por su manera de usar internet y que necesita ayuda para salir", explica la doctora Susana Jiménez, la responsable del equipo. Llegan hasta esta unidad -es la más potente, pero en Catalunya funcionan otros seis equipos expertos en este tipo de adicciones- arrastrados por la familia o al menos, empujados por ella. Porque la diferencia principal entre un uso exagerado de todo lo que te puede dar una pantalla y ser un adicto se encuentra más en lo que se deja de hacer que en lo que se hace. "Me di cuenta un día que había dejado de hacer tortilla de patatas a cambio de algo rápido a la plancha para ponerme ante el ordenador; había dejado de pasear el perro con mi marido, ya no veíamos la tele juntos por la noche y llegaba a ponerme el despertador a las cinco para cuidar mi huerto en Facebook antes de ir a trabajar", describe M. A., 52 años, un buen empleo, casada desde hace 31 años y dos hijos en casa pero independientes económicamente. "Tienes un problema cuando el día no puede empezar sin encender la pantalla (del móvil, del ordenador, de la tableta) para mirar mensajes o consultar correos, la cuenta de Facebook, los tuits", enumera la psiquiatra de la unidad de Bellvitge. "Cuando esa conexión es la primera actividad de tu día y probablemente la última, cuando la vida on line pasa por delante de todo lo demás y llegas a abandonar el resto de tu vida off, la de comer, dormir, cuidar a los niños, acompañarlos en los deberes o charlar con los compañeros durante el almuerzo, sufres una adicción, estás enganchado". SEÑALES DE ALARMA Cada vez se necesita más para obtener igual satisfacción Comparte perfil con todas las adicciones asociadas a la conducta y es muy distinta de las adicciones a una sustancia. Pero, igual que ocurre cuando uno se engancha a una droga, los adictos a las redes, a internet o a los videojuegos on line -las videoconsolas ya son una preocupación del pasado- se genera tolerancia. Y cada vez se necesita más actividad para obtener la misma estimulación. "Estamos viendo casos con picos de actividad de quince y dieciséis horas diarias y con una dedicación media, entre mensajes, búsqueda en internet y juegos de las propias redes, de 7 y 8 horas diarias", explica la doctora Susana Jiménez. Uno de sus pacientes más absorbidos estaba dedicado en cuerpo y alma a su otra vida, la de Second Life, un juego de realidad virtual que existe desde hace una década y sigue, aunque se oiga poco de él. El adicto llegaba a dormir sobre el teclado. "Acudió a nuestra unidad muy presionado por sus familiares, que temían por las consecuencias de la falta de sueño, pero él estaba encantado con su otra vida. Obtener en la vida real lo que tenía en la virtual era cansadísimo". Por eso la abstinencia le daba horror. "Muchos pacientes tienen esa sensación de angustia frente a la abstinencia y no pueden someterse a ella de forma inmediata. A los jóvenes les cuesta especialmente y hay que armarse de paciencia, porque la motivación para frenar en esa actividad a la que están enganchados es cero", cuenta la psiquiatra. PERFIL DE VULNERABILIDAD Entre la impulsividad y la dificultad para dirigir su vida El potencial adictivo de las redes sociales es enorme: acceso las 24 horas, en el entorno que quieras, con cifras (amigos agregados, puntos del juego, seguidores en Twitter) que refuerzan continuamente el ánimo. "Pero para generar adicción, y un problema importante por lo tanto, se combina con una personalidad en la que suele haber impulsividad, siempre en busca de sensaciones, baja autoestima y poca confianza en uno mismo para manejarse ante una dificultad", relata la doctora Jiménez. También coexiste con una baja capacidad de autodirección, personas a las que le cuesta llevar las riendas de su vida, persistir, creer en uno mismo y les es fácil dejarse llevar por el impulso del momento. "Pero no todas las personas enganchadas son iguales, como no lo es lo que les lleva a engancharse a las redes sociales", señala la psiquiatra. "Hay quien encuentra una vía de escape, de evasión y quien consuela su soledad". "Mi adicción creo que tiene relación con ser una compradora compulsiva. Para alejarme del gasto absurdo me refugié en el ordenador. Primero sólo miraba el correo y hacía solitarios, y un día alguien me invitó a Facebook y empecé a jugar", explica M.A., una de los 52 ciberpacientes de Bellvitge. "Pero creo que influyó el momento que vivía. Mis hijos ya no me necesitaban, me aburren los deportes que tanto gustan a mi marido. Él tenía su pasión, yo no". Entre los rasgos de los pacientes tanto se detectan casos exageradamente extrovertidos como lo contrario. Unos buscan más el número de contactos y el riesgo; los otros, compensar esa dificultad de relacionarse. Pero todos los enganchados acaban dedicando un número enorme de horas a esa vía de placer-compensación. Y eso genera problemas con los suyos de la vida off y les conduce a exponerse a más riesgos, sobre todo sexuales, en la vida on. Y no saben cómo salir. CÓMO SALIR Reconocer todo lo que está pasando y frenar Casi todos los pacientes llegan de la mano o de la amenaza de la familia. Ellos sí se dan cuenta. "Y me lo decían: ¿qué haces siete horas del sábado en el ordenador, mamá? Y fui al médico de cabecera y él me remitió a la unidad de Bellvitge. Creo que tuve mucha suerte y me cogieron muy a tiempo", reconoce M. A., en tratamiento desde enero. Lo primero fue no usar el ordenador. "Mis hijos pusieron una contraseña para ayudarme a no entrar. No es que cueste mucho, pero los primeros días pensaba continuamente en cómo estarían mis siembras en la granja de Facebook y que todo se habría podrido". La restricción va cediendo poco a poco. Al mes, sus familiares abrían el ordenador para ella un tiempo corto y vigilaban. M. A. asegura que en ese momento ya no sentía grandes deseos de entrar en las redes, podía contenerse bien. "Pero, sobre todo, me fue muy útil hablar: explicarlo me permite verlo". El tratamiento es diferente según el caso. Hay muchos adictos a los que no se puede proponer la abstinencia total, sino una reducción. "Y no sirve para nada quitarles el router o el móvil a los adolescentes", advierte la doctora Jiménez. "Puede incluso provocar una reacción violenta". El objetivo es el aprendizaje del uso razonable, calcular mejor los riesgos, reducirlos en las personas más vulnerables, ayudar a aflorar los recursos que tiene uno para protegerse ante la fascinación de una herramienta sin fin. Y eso lleva su tiempo "A veces se notan síntomas de abstinencia, ansiedad, molestias intestinales, dolores de cabeza, aunque mucho menos intensos que en el juego con apuestas y dinero de por medio", explica la experta en juego patológico. PREVENIR Una vida off más estimulante y compartir un poco la on M. A. cree que es imprescindible la complicidad de su familia en el tratamiento. "La monotonía también nos influyó y mis hijos y mi marido están poniendo mucho de su parte. Yo, también". La mayoría de los adolescentes que llegan casi de los pelos a la consulta consideran la vida off extremamente aburrida. "Las familias tienen mucho que hacer, empezando por jugar un rato con ellos en la pantalla, aunque te repatee", señala Susana Jiménez. Eso proporciona más información acerca de lo que sienten los hijos ante la pantalla y a la vez les permite a estos no ver a los adultos como absolutamente ajenos a su estimulante actividad. Como en el caso de M.A., hay que encontrar estímulos off line, recuperar amigos, conversaciones, cine, aficiones. Ella ya es "libre" para conectarse a la red de amigos con la que quedó atrapada, pero no puede jugar, "al menos de momento; es lo más adictivo". Ha eliminado uno a uno a más de 200 amigos totalmente desconocidos y, si alguno de los 400 conocidos le invita a jugar, lo rechaza. DESMITIFICAR Disciplina para no caer en la fascinación La inmediatez, la velocidad a la que un ciudadano de a pie puede ser leído en millones de móviles de todo el mundo por escribir en Twitter una frase ingeniosa; la aparición de continuas novedades tecnológicas y el prestigio de tener siempre lo último; el pertenecer a una comunidad al margen de la edad y la capacidad de éxito; el estar on en cualquier momento del día y de la noche y recibir continuos ding porque alguien te envía un Whatsapp "son fuerzas muy potentes", explica el el psicólogo Ricard Cayuela. "Por eso deberíamos concretar una especie de disciplina para hacer frente a esa fascinación, ser conscientes de las trampas, de que 500 agregados no te convierten en un tipo popular". (La Vanguardia.com Barcelona, Agosto de 2012)

16 de agosto de 2012

Filosofìa de la ciencia y de la Tècnica: Filosofìa y Ciencia.

Filosofía y ciencia. La relación entre filosofía y ciencia generalmente se concibe de dos maneras. En un caso, se supone que la filosofía debe ser enteramente compatible con la ciencia y que la debe tomar como referencia, siendo ésta la filosofía científica. En el otro caso, se supone que la filosofía ha de tener vida propia sin responder a ninguna otra rama del conocimiento, a la que podríamos denominar filosofía especulativa. La filosofía científica implica un sistema cognitivo cuyas partes coinciden, o son compatibles, con las diversas ramas de la ciencia experimental. El conocimiento filosófico del pasado se ha ido restringiendo a medida que crecía y se afianzaba la ciencia, quedando, sin embargo, la posibilidad de integrar todo el conocimiento existente en la forma utilizada por los realizadores de los antiguos sistemas filosóficos. La síntesis del conocimiento es esencial, ya que existe una diferencia importante entre conocer y comprender, siempre que asignemos a la palabra “conocer” la simple disponibilidad de información parcial, mientras que asignamos la palabra “comprender” a la integración de todos los conocimientos bajo una síntesis organizada, o sistema cognitivo. La opinión de Reichenbach Hans Reichenbach escribió: “Los sistemas filosóficos, en el mejor de los casos, han reflejado la situación del conocimiento científico de su época; pero no han contribuido al desenvolvimiento de la ciencia. El desarrollo lógico de los problemas es labor del científico; su análisis técnico, aun cuando a menudo se halla dirigido hacia pequeños detalles y rara vez se realiza con propósitos filosóficos, ha ampliado la comprensión del problema hasta que, con el tiempo, el conocimiento técnico fue lo suficientemente completo para poder dar respuesta a las preguntas filosóficas”. “Los libros de texto de filosofía generalmente incluyen un capítulo sobre la filosofía del siglo XIX escrito en el mismo tono que los que tratan de la filosofía de los siglos anteriores. Este capítulo menciona nombres como los de Fichte, Schelling, Hegel, Schopenhauer, Spencer y Bergson, y comenta sus sistemas como si fueran creaciones filosóficas situadas en la misma línea de los sistemas de los periodos precedentes. Pero la filosofía de los sistemas termina con Kant, y es un error de la historia de la filosofía el discutir sistemas posteriores en el mismo nivel que los de Kant o Platón. Los sistemas anteriores reflejan la ciencia de su tiempo y dieron pseudo-respuestas cuando no podían darse otras mejores. Los sistemas filosóficos del siglo XIX fueron construidos en los momentos en que se estaba elaborando una nueva filosofía; son el producto de hombres que no se dieron cuenta de los descubrimientos filosóficos inmanentes a la ciencia de su tiempo y que desarrollaron, bajo el nombre de filosofía, sistemas de ingenuas generalizaciones y analogías. En ocasiones fue el persuasivo lenguaje de sus exposiciones, en otras la sequedad pseudo-científica de su estilo, lo que impresionó a sus lectores y contribuyó a su fama. Pero, considerados históricamente, estos sistemas podrían compararse más bien al término de un río que después de correr por fértiles tierras terminara por secarse en el desierto”. Los sistemas filosóficos “El filósofo de la escuela tradicional muchas veces se ha rehusado a reconocer al análisis de la ciencia como filosofía, y continúa identificando la filosofía con la invención de sistemas filosóficos. No se da cuenta como que los sistemas filosóficos han perdido su significación y de que su función ha sido asumida por la filosofía de la ciencia. El filósofo científico no teme este antagonismo. Deja al filósofo anticuado que siga inventando sus sistemas filosóficos –para los que puede haber todavía un lugar dentro del museo filosófico que lleva el nombre de historia de la filosofía- y se pone a trabajar” [editar]Causalidad y teleología Puede observarse una diferencia básica entre filosofía y ciencia ya que en el primer caso es esencial el concepto de teleología o finalidad, mientras que en el segundo caso es esencial el concepto de causalidad. Sin embargo, debe tenerse presente que el concepto de “finalidad implícita” puede aparecer en la ciencia toda vez que se utilicen sistemas realimentados en la descripción del mundo real. El objetivo a alcanzar, dentro de dichos sistemas, cumple un rol similar al de “finalidad”, empleado en filosofía. Hans Reichenbach escribió: “La selección en la lucha por la existencia es un hecho irrefutable, y la causalidad en combinación con la selección produce orden. No hay escapatoria de este principio. La teoría darviniana de la selección natural es el instrumento por medio del cual la aparente teleología de la evolución se reduce a causalidad”. Filosofía especulativa Hans Reichenbach escribió: “La filosofía especulativa quería certeza absoluta. Si era imposible predecir acontecimientos individuales, al menos se consideraba que podían conocerse las leyes generales que rigen todos los acontecimientos; estas leyes podían derivarse mediante el poder de la razón. La razón, legisladora del universo, revelaba a la mente humana la naturaleza íntima de todas las cosas. Esta tesis se encontraba en la base de todas las diversas formas de sistemas especulativos. Por otra parte, la filosofía científica se rehúsa a aceptar cualquier clase de conocimiento del mundo físico como absolutamente seguro. Los principios de la lógica y de las matemáticas representan el único terreno en que puede alcanzarse la certeza; pero estos principios son analíticos y vacíos. La certeza y la vaciedad son inseparables: la síntesis a priori no existe”. “Y a pesar de todo, todavía hay filósofos que se niegan a aceptar la filosofía científica como una filosofía, que quieren incorporar sus resultados a un capítulo introductorio de la ciencia y que pretenden que existe una filosofía independiente, que no tiene nada que ver con la investigación científica y que puede alcanzar directamente la verdad. Estas pretensiones, creo yo, revelan una falta de sentido crítico. Los que no ven los errores de la filosofía tradicional no quieren renunciar a sus métodos o resultados y prefieren seguir un camino que la filosofía científica ha abandonado. Reservan el nombre de filosofía para sus falaces empeños en busca de un conocimiento supercientífico y se rehúsan a aceptar como filosófico un método de análisis construido sobre el modelo de la investigación científica”.

Etica: Universo sin encuentros.

Una sociedad de solitarios Por: Ángel Gabilondo | 29 de febrero de 2012 Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación. La soledad, incluso silenciada, sigue de actualidad. Atraviesa de modo determinante la sociedad. Estamos más solos de lo que deseamos reconocer. Solitarios conectados, con mucha información y poca comunicación, no está claro que nos encontremos. Ello tiene efectos decisivos en múltiples aspectos. Y no hemos de olvidar que su alcance es también literalmente político. Ignorar la soledad, dando por supuesto que no es significativa socialmente y que es un mero asunto personal, agudiza el aislamiento y acentúa una vez más la percepción de que lo político sólo es una cuestión pública, o lo que es peor, que lo público no afecta ni incide en lo singular, sobrevolando de modo insensible nuestra situación. No hablamos de ninguna voluntad de intromisión en la intimidad o en la esfera de lo más propio, pero insistimos en que esta soledad personal tiene raíces y consecuencias sociales y públicas. Olvidar que en numerosos pueblos y ciudades muchísimas personas viven y se sienten solas, incluso desamparadas, que los espacios comunes se agostan, que no pocos jóvenes no tienen entornos, contextos ni oportunidades para desarrollarse adecuada y colectivamente, que hay muchos niños que no encuentran hogar ni siquiera en su casa, que en múltiples trabajos priman condiciones de aislamiento y separación, que no siempre en las aulas queda garantizada la suficiente convivencia o integración, que a veces el combate por cuidar de la propia salud deja a algunos en situación de cierta indefensión, o que determinadas discapacidades no son suficientemente atendidas, confirma una soledad, otra soledad, la soledad social, la de quienes sólo reciben discursos compasivos, paternalismos, filantropías, pero no verdadera solidaridad. Esa supuesta “atención” marca aún más la soledad, cuyo alcance, desde luego, no se agota en la presente mirada. No bastan los falsos alivios. Más aún, en ocasiones las grandes celebraciones o los múltiples intercambios no hacen sino ratificar un mundo con superpoblación de solitarios. No se trata de pretender saldar políticamente la soledad. Hay una soledad constitutiva, en cierto modo insuperable, pero, incluso en tal caso, si es compartida, es extraordinariamente más llevadera. La fecundidad de determinada soledad buscada no impide, sin embargo, una sospecha que nos hace subrayar que no acabaremos ni de entender ni de afrontar en serio estas situaciones de abandono o de discriminación, de necesidad, si no asumimos que la soledad no es una simple situación individual y que hemos de reivindicar y realizar políticas explícitas para afrontar sus consecuencias y evitar su entronización social. Más aún, en situaciones complejas, de crisis o de zozobra, el desamparo profesional o laboral, o la falta de formación podrían acentuar el aislamiento. Por ello se precisan estructuras, organismos, instituciones e instrumentos de solidaridad y de garantía y defensa de los derechos. No sólo para facilitar apoyos, subvenciones, indemnizaciones, remuneraciones, compensaciones, tan necesarios, sino para garantizar entornos sociales de afecto y de comprensión y de derechos sólidos. No simple asistencia, sino mayores condiciones, más dignas y más justas, de vida. Frente a las estrategias de aislamiento, para hacer que uno se las vea solo y a solas, en un supuesto tú a tú, que, en situación de desigualdad y de poder, adopta formas de dominio, es preciso impulsar espacios comunes, compartidos. Nada une más, en todo caso, que luchar juntos por algo, que participar en un proyecto y en una tarea que no es sólo individual. No basta el ánimo para afrontar la soledad social. No es suficiente con el soporte, asimismo necesario, para situaciones de dependencia, sino que lo decisivo es procurar los debidos requisitos para la máxima autonomía personal. El aislamiento social, personal, económico, obstruye la libertad. Sin esta autonomía personal no hay vías de desarrollo y se trata de crear condiciones para que sea posible la vida integral en común. Una sociedad de solitarios encerrados en sí mismos es una sociedad desarticulada e indefensa. Se precisan instituciones y hombres y mujeres comprometidos. Acentuada una sociedad de solitarios, las decisiones y la responsabilidad de elegir y de implicarse requieren espacios compartidos, apoyos, participación; en definitiva, corresponsabilidad. (de El Paìs. Blog Sociedad, 2012)