25 de julio de 2012

Filosofìa: Dios como tema filosòfico.

¿EXISTE DIOS? Dios ha logrado lo increíble: ser aceptado como real, permaneciendo invisible e indiferente ante las situaciones del mundo; accesible solo para el creyente de cualquier versión divina a través de la fe y de la plegaria, situadas en un nivel distinto al de la razón y los pensamientos ordinarios. Pero no debe extrañar la creencia en una entidad cuya existencia no ha sido comprobada. El mundo material está lleno de cuerpos cognoscibles, pero a medida que éstos se agrandan hasta dimensiones siderales, o se reducen hasta llegar al Bosón de Higgs, escapan a nuestros sentidos. Todo cuerpo material equivale para la ciencia a un conjunto de vibraciones invisibles aisladas. A nivel atómico se produce el mismo hecho que observamos a nivel del espacio sideral: todo es en un 99.99% espacio vacío. A escala, la distancia entre un electrón y el núcleo alrededor del cual gira, es mayor que la distancia que separa el sol de la tierra. Cualquier partícula subatómica se niega a ser atrapada, ya que al intentarlo pasar a ser un fotón, se descompone en vibraciones de energía que parpadean millones de veces por segundo. Todo el universo es como un espejismo cuántico, una luz intermitente que aparece y desaparece, cuyos cuerpos materiales existen como unidades destellantes, con un vacío entre un destello y el siguiente, tal como los cuadros sucesivos de un film, que al pasar rápidamente dan la ilusión de movimiento y vida. En nuestro caso, este espectáculo de luz y sombra, de ser y dejar de ser, incluye, además del cuerpo, cada idea y pensamiento, cada acontecimiento y experiencia que nos afecta. En otras palabras, mientras vivimos estamos renaciendo una y otra vez, con cambios infinitesimales que se van sumando entre un destello y otro. Por ello se dice que la vida es cambio. Pero, ¿adónde vamos cuando desaparecemos, antes de volver a integrarnos como cuerpo físico? ¿Por qué nuestros átomos dispersos vuelven a formar el ser que éramos y no otro? ¿Son nuestras creencias sobre nosotros y el resto del mundo lo que determina que así sea, reuniendo nuestros átomos bajo la misma forma que teníamos un instante antes? Nos la pasamos respirando átomos de otras personas o entes materiales, sin dejar de ser quienes somos; tampoco perdemos identidad a medida que envejecemos y nuestro cuerpo, mente, gustos, creencias, familia, personalidad -o lo que sea de cada quien- cambian con el tiempo, con los accidentes, con las experiencias, con la vida. Pero si yo no soy mi cuerpo, mi mente, mi conciencia, mi familia, mi estatus, mi sexo o cualquier otra cosa sujeta a cambio, ¿quién o qué soy, cual es la parte de mí que no cambia, y que es la única que puede definirme? ¿Cuándo comenzamos a existir, al unirse dos células venidas de papá y mamá, o al surgir cualquier ancestro de ellas que ya nos contenía como hijo potencial? Hay infinidad de preguntas como éstas, que de alguna manera pueden relacionarse con el cuestionar la existencia de Dios. La ciencia asume el inicio del Universo como una singularidad: espacio, tiempo y todo lo que existe a nivel de materia y de energía estuvo una vez contenido en un punto sin dimensión alguna, cuyo origen no puede explicarse todavía sin caer en un mito creacionista. Supuestamente dicho punto único explotó en un destello deslumbrante de luz y sonido, en billones de escalas vibratorias de energía que formaron nuestro variado Universo. A cada instante, este fenómeno del Big Bang vuelve a repetirse en nosotros y a nuestro alrededor, aunque no lo percibamos dentro de la ilusión de continuidad y de permanencia en la que creemos vivir. Por ello, todo existe en un eterno presente, y por eso se dice que el tiempo es una ilusión. Una ilusión que Einstein determinó como curva, pues admite el encuentro entre pasado y futuro. ¿Acaso no vemos el pasado cada día y cada noche en el cielo, ya que sus luces nos llegan tiempo después de haber sido emitidas por las estrellas, el sol, la luna? Entonces, ¿qué desintegra el cosmos y vuelve a integrarlo en una fracción de nanosegundo, mientras todas las partículas, cuerpos y energías que lo forman se van alejando más y más, en una expansión infinita, bajo la hipótesis de que luego volverán a acercarse y a unirse hasta conformar la partícula original? Para el creyente con base científica, ese ritmo de expansión seguido de una contracción, sea que dure instantes o eones, que afecte a una partecita del cosmos o a todo él, es el ritmo de la respiración de Dios. Y todo lo que este proceso involucra a nivel de surgimientos, cambios e interacciones, es lo que ese mismo creyente llama Dios. Einstein dijo: Quiero saber cómo piensa Dios. Todo lo demás son detalles. Por su parte, Simone Weil afirmó: Sólo es válida la certidumbre. Cualquier cosa fuera de lo cierto, carece de valor, incluyendo la fe sin pruebas acerca de Dios. Y un hereje cristiano del siglo III nos dejó este mensaje: Si no te haces igual a Dios, no podrás entenderlo. Y para entender algo, hay que conocerlo primero, poderlo describir y asociar con algo conocido, lo que en este caso es imposible para el hombre. Tres posturas clásicas respecto a Dios: creyente, ateo, agnóstico. Desde mi punto de vista, considero que, al adorar a Dios, el ser humano adora a su Yo Superior (superior en cuanto a trascendente, inmortal, omnisciente, todopoderoso, infinito), asumido como ese algo al que puede endosar cualquier explicación y responsabilidad sobre todo aquello que escapa a su entendimiento. La naturaleza finita del hombre necesita de un creador, para poder contar con una referencia que le permita aspirar a superar su insignificancia; para contar con la vida antes y después de esta breve existencia; para contar con un recurso que le permita manejar su miedo fundamental a la muerte y su rechazo instintivo al sufrimiento. Según la época y el contexto cultural, el hombre ha ideado una divinidad creada a su imagen y semejanza, pero dotada de dimensiones y poderes que sobrepasan los niveles humanos, logrando así dos cosas: motivarse a trascender los estrechos límites de su capacidad vital, y manejar como realidad aceptable -o al menos tolerable- todo aquello que no comprende o que escapa a su control. Estando tan entretejida la idea de Dios con la naturaleza humana, se duda de la existencia divina tal como la enfoca cualquier religión, por ser un misterio vedado a la razón humana, o se la niega sin poder explicar de donde surgió todo cuanto existe, o se cree en la divinidad desde cualquiera de las únicas siete posibilidades que están al alcance del pensamiento humano. Toda religión, filosofía, mesías y creencia en la divinidad, según los Vedas, responde a una de estas siete posturas, o a una combinación de ellas. Estas siete concepciones de Dios son: SI TE VES A TI MISMO COMO: SUPERVIVIENTE EN MEDIO DE UN MUNDO PELIGROSO TU POSTURA VITAL ES: PELEAR O HUIR CONCIBES A DIOS COMO: PROTECTOR Y PROVEEDOR (PADRE-MADRE) TU VIDA TIENE SENTIDO GRACIAS A: SEGURIDAD MATERIAL, CONFORT, SALUD, FAMILIA El Mal es: toda causa o amenaza que destruya o que genere separación, pérdida o abandono ....................................................................... SI TE VES A TI MISMO COMO: GANADOR, DENTRO DE UN MUNDO COMPETITIVO POSTURA VITAL: PROACTIVA / REACTIVA CONCIBES A DIOS COMO: POSIBLE ALIADO TODOPODEROSO QUE HACE LEYES, GOBIERNA Y JUZGA TU VIDA TIENE SENTIDO GRACIAS A: METAS, RETOS, LOGROS, ÉXITO, ESTATUS, PODER, PLACER El Mal es: cualquier retardo u obstáculo que se oponga a los deseos, planes y objetivos ....................................................................... SI TE VES A TI MISMO COMO: CENTRADO EN TI MISMO, PACÍFICO, EQUILIBRADO, AUTOSUFICIENTE POSTURA VITAL: CONCIENCIA ALERTA Y EN REPOSO CONCIBES A DIOS COMO: DIOS DE PAZ TU VIDA TIENE SENTIDO GRACIAS A: ARMONÍA, PAZ, ACEPTACIÓN, EQUILIBRIO, SILENCIO INTERIOR El Mal es: cualquier manifestación de perturbación, desorden o caos externo o interno ....................................................................... SI TE VES A TI MISMO COMO: CONOCEDOR O SABIO EN EVOLUCIÓN POSTURA VITAL: OBSERVACIÓN INTUITIVA DE TI Y DEL ENTORNO CONCIBES A DIOS COMO: REDENTOR QUE ANIMA AL DISCÍPULO A REALIZAR TODO SU POTENCIAL TU VIDA TIENE SENTIDO GRACIAS A: CRECIMIENTO, EMPATÍA, DARSE CUENTA, PERDÓN, TOLERANCIA El Mal es: toda expresión de ceguera espiritual, baja conciencia o negación de la verdad ....................................................................... SI TE VES A TI MISMO COMO: IMAGINATIVO E INVENTOR POSTURA VITAL: CREATIVA O DESCUBRIDORA CONCIBES A DIOS COMO: HACEDOR O CREADOR QUE ACTÚA DENTRO Y FUERA DE TI TU VIDA TIENE SENTIDO GRACIAS A: CREATIVIDAD, ORIGINALIDAD, DESCUBRIMIENTO, GENERACIÓN El Mal es: estancamiento, infertilidad, impotencia, imitación, rutina, imposición o dogma ....................................................................... SI TE VES A TI MISMO COMO: SANADOR POSTURA VITAL: VISIONARIA Y OPTIMISTA CONCIBES A DIOS COMO: DEIDAD HACEDORA DE MILAGROS TU VIDA TIENE SENTIDO GRACIAS A: COMPASIÓN, SERVICIO, AMOR UNIVERSAL, CONCIENCIA ILUMINADA El Mal es: la otra cara de la realidad, que es deseada como bien común ....................................................................... SI TE VES A TI MISMO COMO: PARTE DEL TODO, UNO CON EL UNIVERSO POSTURA VITAL: ACEPTACIÓN SAGRADA DE LO QUE ES CONCIBES A DIOS COMO: YO SOY (TU POSIBILIDAD MÁS ELEVADA DE SER) TU VIDA TIENE SENTIDO GRACIAS A: TRASCENDENCIA, ILUMINACIÓN, INTEGRACIÓN, ACEPTACIÓN, TOTALIDAD, DIVINIDAD El Mal es: una ilusión del ego, no existe. El pensamiento de Nietzsche tiene hoy una sobrecogedora actualidad, porque sin el misterio de Dios también desaparece el misterio del hombre. De ahí la pavorosa falta de sentido de la vida, que las cosas materiales y hasta la compañía humana muchas veces no pueden llenar. La falta de orientación y de motivación es la causa de las angustias existenciales de muchas personas y constituyen la base del consumismo que mantiene a la industria, la tecnología, la medicina, la moda y otros frutos del progreso. Yo conozco bien dichas angustias vitales, pero no por ello caigo en el consuelo fácil del autoengaño, recurso de la mayoría, que evita pensar a través del escape de la droga, del trabajo, del sexo, de los bienes materiales, del éxito o del disfrute egoísta, o inventándose un dios a la medida de su vacío. Prefiero enfrentarme a éste y observar la Vida sin ponerle etiquetas (feliz, mala, dura, injusta, regalo divino, oportunidad única, etc). Y lo hago desde la postura del agnóstico: si Dios existe, es indemostrable científicamente, e incognoscible racionalmente. Mi escepticismo persiste porque ningún ateo o creyente me ha aportado hasta hoy la certeza, los conocimientos o las pruebas de la existencia divina o de su no existencia. De hecho, la mayoría de los ateos que conozco niegan a Dios porque la manifestación del mal en el mundo o en su propia experiencia les resulta incompatible con la versión religiosa de una divinidad amorosa, inteligente, responsable y preocupada por su creación. Entiendo y comparto su rebeldía e indignación ante la creencia que afirma que Dios es bueno, mientras la realidad cotidiana muestra un mundo rebosante de maldad y de dolor. Pero este absurdo nada prueba a favor o en contra de la existencia divina. También he conocido apateístas, que afirman que la existencia de seres superiores no sólo no es conocida sino que es algo irrelevante o superfluo, postura con la que simpatizo luego de innumerables intentos juveniles frustrados tratando de comunicarme con Dios u obtener algo de éste, y tras estrellarme muchas veces con una humanidad manifiestamente incongruente entre lo que predica y lo que hace, o entre el dios que dice reverenciar y el dios que de hecho sigue, llámese Dinero, Poder o Placer, y que en última instancia responde al nombre masculino de Miedo o al femenino de Necesidad. He buceado en todas esas honduras, negándome a ser distraído por cualquiera de los recursos y escapismos con los que la sociedad anula la autonomía de pensamiento y de acción, y también me he sumergido a ratos en alguna de las filosofías que no mencionan la existencia de Dios, como el Budismo, el Advaita o el Discordianismo. Toda esa búsqueda me ha llevado a concluir que, exista o no, Dios no es importante en sí mismo, sino solamente por el significado que tiene para la persona, por el papel que su creencia o negación juega en la vida de cada ser humano. Y, por conocer el valor y el esfuerzo que supone este tipo de búsqueda vital, honro la de aquellos que también se han hecho la pregunta de ¿para qué existo? y dado lo mejor de sí como respuesta. Crean o no en Dios. Porque, más relevante que la realidad divina, es la existencia de quien la cuestiona. por Gustavo Löbig

Filosofìa de la Ciencia y de la Tècnica: La construcciòn de teorìas.

LA CONSTRUCCIÓN DE MUNDOS TEÓRICOS como un paradigma estético Las teorías conforman de manera metódica conjuntos de hipótesis, afirmaciones y contrastaciones que hacen verdaderos o falsos sus postulados sobre el mundo. Pero al mismo tiempo esa construcción teórica es también una construcción de la verdad. Niklas Luhmann A lo largo de la tradición occidental la epistemología se ha ocupado de la relación que existe entre una teoría y la verdad; de la manera en que las teorías concilian sus proposiciones con el mundo. Se ha dado por supuesto que la metodología científica es suficiente para que ese vínculo se verifique. Sin embargo, las teorías también poseen un fuerte componente estético que determina la manera en que construyen la relación con su materia de estudio. Es más, ese entramado de corte estético hace que construyan la verdad misma de sus asertos. Pocos filósofos han detectado esta circunstancia estructural consustancial a toda teoría científica, sea de corte natural o de corte social. Uno de ellos fue el filósofo estadounidense Nelson Goodman (1906-1998). En sus obras Ways of Worldmaking [versión castellana: Maneras de hacer mundos] y Mind and Other Matters [versión castellana: De la mente y otras materias], Nelson Goodman estableció que, a diferencia de otros teóricos de talante “irracionalista”1 él no niega las pretensiones de verdad de las teorías científicas y epistemológicas en general (incluidos los sistemas filosóficos que se ocupan de lo real). Ciertamente, las teorías conforman de manera metódica conjuntos de hipótesis, afirmaciones y contrastaciones que hacen verdaderos o falsos sus postulados sobre el mundo (o, como dice el autor, sobre cierto mundo). Pero al mismo tiempo esa construcción teórica es también una construcción de la verdad. La construcción de la verdad de las teorías implica una disposición de sus asertos, recorte de la información utilizada, determinación del insumo empírico presupuesto y una vasta filigrana de entramados retóricos que realizan desplazamientos, síntesis, conjunciones y disyunciones, generalizaciones, particularizaciones, etcétera, que, afirma Goodman, no difieren de las que realiza el arte al momento de crear sus mundos: La ciencia no es el único camino que conduce al progreso del conocimiento. La práctica, la percepción y las diferentes artes constituyen igualmente medios para obtener conocimiento y formarse una idea de algo. La opinión ingenua según la cual la ciencia busca la verdad, mientras que el arte busca la belleza, es errónea en muchos sentidos. La ciencia busca los principios más importantes, significativos y esclarecedores, rechazando frecuentemente verdades triviales o complicadas en exceso, en favor de potentes aproximaciones uificadoras. Y el arte, al igual que la ciencia, proporciona la comprensión de nuevas afinidades y contrastes, hace desaparecer categorías usuales para establecer nuevas organizaciones, así como visiones nuevas de los mundos que habitamos.2 Esa visión general de las estrechas relaciones que existen entre la construcción epistemológica de las teorías y la estética que implican, desde la perspectiva de Goodman, redirecciona el asunto del conocimiento a la construcción dinámica de la verdad. Las teorías dan versiones del mundo y, al hacerlo, construyen un mundo con sus propias determinaciones de la bivalencia verdadero/falso; puesto que “lo que hay consiste en lo que hacemos”.3 Asimismo, “Es evidente que podemos hacer que las estrellas bailen, así como Galileo y Bruno hicieron que la Tierra se moviera y el sol permaneciese quieto, sin necesidad de recurrir a ninguna fuerza física, sino a la creación verbal”.4 Más aún: “La actividad de hacer mundos… no es un hacer con las manos, sino un hacer con las mentes, o mejor con los lenguajes u otros sistemas de símbolos”.5 Luhmann da verosimilitud a sus asertos sobre el constructivismo por medio de estructuras conceptuales de sentido que, en última instancia, son estéticas. Es decir, puede identificarse en su obra una taxonomía general de la conceptología luhmanniana que determina de qué manera ésta constituye un mundo creativo que, entre otras cosas, genera pretensiones de verdad. El núcleo de la afirmación goodmaniana sostiene una equivalencia estética entre las teorías y el arte. Esto puede ser visto con claridad tomando el ejemplo paradigmático de la obra de Niklas Luhmann. Como pocos teóricos contemporáneos, el pensamiento de Luhmann (de corte paradójico: literalmente posmodernista, pero al mismo tiempo decididamente positivista) comporta una estética no sólo característica, sino recalcitrante: neologismos, redefiniciones, imaginería tecnológica ejemplar, deslinde frente a la tradición, estilo retórico exótico, etcétera. La estética de su teoría construye un mundo, como dice Nelson Goodman, que en sí mismo es un universo de sentido digno de una disección pormenorizada. Por medio de sus intrincados armazones conceptuales erige al mismo tiempo la especificidad de su pensamiento que el mundo que con éste aprehende. La extravagancia de su léxico teórico, la reelaboración de la tradición, el afán innovador y el propósito claro de realizar una reingeniería conceptual inédita lo vincula sin más con el modo de operar netamente estético: el entramado estructural que toda creación artística presupone. De manera que no es exagerado afirmar que lo que Luhmann hizo con su sistema fue incorporar al mundo rasgos antes inexistentes, inéditos en concepciones previas. O, para decirlo con Goodman, creó un mundo saturado, fascinante y extravagante. Por medio de éste, nuestra visión de las cosas ha quedado alterada para siempre. Lo mismo para apologistas que para detractores, la teoría de Luhmann ha modificado de manera sustancial el espectro de comprensión de lo social con todas sus ramificaciones, de lo político a lo artístico, de lo religioso a lo científico. En último término, el envite teórico de Luhmann es una manera ejemplar de construcción de mundos y del modo actual de concebir al conocimiento: La investigación ya no se circunscribe a formas puras dadas de conocimiento o a formas fijas determinadas, o a un único y obligatorio sistema de categorías. El conocimiento se concibe, más bien, como el desarrollo de conceptos y modelos, como el establecimiento de hábitos y como la revisión y sustitución de conceptos, y como la alteración o la supresión de hábitos, en tanto que consecuencia de la aparición de nuevos problemas, necesidades o intuiciones. Se considera que la nueva concepción, la reorganización y la invención son aspectos tan importantes en todo tipo de conocimiento como lo son en las artes.6 No estableceré por ahora una polémica entre la epistemología constructivista de Luhmann y otras alternativas posibles, como el realismo, el fundacionismo o el coherentismo,7 sino que daré por buena su propuesta sobre la estructura del conocimiento, a la cual arribó por medio de influencias diversas como el estructuralismo funcionalista de Talcott Parsons8 y la teoría de la forma de Spencer Brown,9 así como por sus propios presupuestos de la unidad de la diferencia entre sistema y entorno, establecidos por él de manera intrateórica, generando el bucle entre el empirismo consustancial a la sociología teórica y los entramados estéticos propios de la inventiva científica social. De esta forma, Luhmann pudo acceder a su visión del conocimiento: éste no puede ser sino constructivista, puesto que opera en el marco de sistemas cerrados cuyo acceso al entorno está estrictamente determinado por lo que ocurre en su interior: Conocer no es ni hacer una copia ni una representación ni una reproducción (retrato) del mundo exterior en el sistema. Conocer es la realización de una plusvalía, producto de una combinación que se lleva a efecto sobre la base de una diferenciación producida por un sistema cerrado frente a su entorno (pero por eso mismo: en él contenido). Cuando un sistema está obligado al conocimiento valiéndose de las distinciones y no puede conocer de otra manera más que de ésa, entonces significa que todo lo que para el sistema es mundo y con ello realidad, debe estar constituido mediante estas distinciones.10 Luhmann da verosimilitud a sus asertos sobre el constructivismo por medio de estructuras conceptuales de sentido que, en última instancia, son estéticas. Es decir, puede identificarse en su obra una taxonomía general de la conceptología luhmanniana que determina de qué manera ésta constituye un mundo creativo que, entre otras cosas, genera pretensiones de verdad. Encontramos en ella una clara ejemplificación de la categorización que Nelson Goodman ofrece en Ways of Worldmaking para la creación de mundos, lo mismo teóricos que artísticos; a saber: a) Composición y descomposición. b) Ponderación. c) Ordenación. d) Supresión y complementación. e) Deformación.11 En este contexto, es posible observar que la reingeniería conceptual que Luhmann lleva a cabo para dar solidez a su teoría conforma un núcleo estético preclaro con base en un eje rector estructural, de carácter omnicomprensivo, conformado por el punto de partida radical de la lógica sistema/entorno y una serie de conceptos aledaños que replican en mayor o menor medida ese centro de gravitación teórico. La iterabilidad de los elementos teóricos luhmannianos realiza dos operaciones esenciales: i) penetra la totalidad de los contenidos teóricos parcelizados en los espacios sociales descritos y analizados en su obra, y ii) conforman un encadenamiento de sentido restringido que genera un paisaje conceptual característico, replegado sobre sí mismo: es un artefacto teórico y estético perfectamente distinguible. En palabras de Hayden White, de quien he tomado la concepción de artefacto referido a lo textual, las narraciones sociales con pretensiones de verdad son “ficciones verbales cuyos contenidos son tanto inventados como encontrados y cuyas formas tienen más en común con sus homólogas en la literatura que con las de las ciencias”.12 Creación de mundos que, en el caso de las teorías con un alto grado de abstracción conceptual (como es la ocasión con la teoría de sistemas de Luhmann), tienen una inequívoca dependencia de las “características textuales”, que engloban cosas como “la estructura de las frases, el esquema rítmico, la iteración y la antítesis”, así como la relación “con otros textos con los que comparte idénticas cualidades”. Al subrayar los aspectos estéticos de las teorías, en general, y de la teoría de sistemas luhmanniana, en particular, se puede constatar que éstas construyen mundos acabados con base en una serie de estrategias que rebasan lo puramente cognoscitivo. Es decir, como mundos plenos de sentido, autogenerativos y bien delimitados que, además de sus pretensiones de verdad plenamente identificadas y trabajadas, poseen un estilo recalcitrante que los dota de una malla artística peculiar. A decir de Nelson Goodman, “[el teórico] busca sistema, simplicidad, perspectiva, y una vez que se siente satisfecho en ese nivel de cuestiones, corta la verdad a la medida para que le encaje. El científico tanto dicta leyes como las descubre, y diseña él mismo los modelos que propone tanto como dice discernirlos”.13 Esto implica que el diseño teórico es algo más que la búsqueda de evidencias y la contrastación empírica de un marco de afirmaciones determinado; por lo contrario, es también un acto de entendimiento que engloba elementos artísticos distintivos. Así, “El conocimiento apunta en gran parte a un objetivo distinto de la creencia verdadera o de cualquier otra creencia… Comprensión y creación van de la mano”.14 Pero a diferencia de otros eminentes teóricos que se han ocupado de los excedentes extraepistémicos que operan de manera ineludible en las teorías, Goodman no afirma que los asertos teórico-científicos sean primariamente productos dependientes de anudamientos histórico-ideológicos, a la manera de Feyerabend,15 o que pueda existir un principio reduccionista (por más que sus promulgadores lo llamen un principio “liberador”) que traslade los textos teórico-científicos al plano de los textos literarios, con la consecuente pérdida de la construcción de la verdad teorética de los primeros, a la manera de las posturas posmodernistas del Rorty de los noventa16 o de Jacques Derrida.17 Goodman, en cambio, no es partidario de una visión de las teorías en la que todo sea maleable. Hay versiones del mundo correctas y otras incorrectas y las primeras forman mundos, en tanto que las segundas no. Hay un principio de corrección que corta ortogonalmente lo mismo a las artes que a las ciencias. No es fácil crear mundos y no cualquiera puede hacerlo. No en vano ciencia y arte son mundos sancionados, acotados y de difícil acceso en el nivel creativo: Los criterios de corrección en la ciencia no descansan sobre la uniformidad y la constancia de los juicios particulares. La validez inductiva, la claridad de la muestra, la aplicabilidad de la categorización, todos ellos elementos esenciales para juzgar la corrección de las observaciones y las teorías, dependen de la conformidad con la práctica —aunque sea una conformidad tenue, difícil de alcanzar a través del ajuste recíproco implicado en la revisión periódica tanto de las observaciones como de las teorías—. Pero también se han conseguido igualmente criterios de corrección en las artes, aun de un modo provisional e imperfecto, a través de la rectificación de una práctica confusa.18 Creación de mundos que, en el caso de las teorías con un alto grado de abstracción conceptual (como es la ocasión con la teoría de sistemas de Luhmann), tienen una inequívoca dependencia de las “características textuales”, que engloban cosas como “la estructura de las frases, el esquema rítmico, la iteración y la antítesis”, así como la relación “con otros textos con los que comparte idénticas cualidades”.19 Todo esto en concordancia con “el principio según el cual el estilo refiere a las formas del enunciar o del decir”.20 Forma de construcción de un mundo teórico totalizante, recursividad de los principios generales, recorte de lo real con fundamento en un conjunto acotado de conceptos consecuentes, conformación de la materia de estudio a semejanza de los presupuestos elegidos para observarla, diferenciación y, al mismo tiempo, retoma de la tradición teórica precedente, así como la complejización discursiva creciente son características pertinaces en la obra de Niklas Luhmann; el resultado de ello ha sido la realización definitiva de un orden de lo real privativo, recalcitrante y, dentro de sus parámetros, irrecusable, y este orden es, en primera instancia, estético. ® Notas 1 “El irrealismo no sostiene que todo sea irreal, o incluso que algo lo sea, pero considera que el mundo se disuelve en las versiones y que las versiones hacen mundos, proporciona una ontología evanescente y se ocupa de investigar aquello que convierte en verdadera a una versión y hace que un mundo esté bien construido”; véase, Nelson Goodman, De la mente y otras materias, Madrid: Visor, 1995, p. 57. 2 Ibid, p. 20. 3 Confróntese N. Goodman, De la mente y otras materias, p. 57. 4 Ibid, p. 76. 5 Ibid, p. 76. Por supuesto, la obra canónica donde desarrolla en extenso su teoría de los símbolos es Languages of Art [Indianapolis: Hacket, 1976]: “[M]y study ranges beyond the arts into matters pertaining to the sciences, technology, perception, and practice. Problems concerning the arts are points of departure rather than of convergence. The objective is an approach to a general Theory of symbols. “Symbol” is used here as a very general and colorless term. It covers letters, words, texts, Pictures, diagrams, maps, models, and more, but carries no implication of the oblique or the occult. The most literal portrait and the most prosaic passage are as much symbols, and as ‘highly symbolic’, as the most fanciful and figurative”, p. xi. 6 Goodman, De la mente y otras materias, pp. 40-41. 7 Un panorama pormenorizado de las alternativas epistemológicas referidas puede verse en Ernesto Sosa, Conocimiento y virtud intelectual, México: UNAM-FCE, 1992. 8 Véase su obra El sistema social, Madrid: Alianza, 1984. 9 Véase su obra Laws of Form, Nueva York: The Julian Press, 1972. 10 Confróntese Niklas Luhmann, “El programa de conocimiento del constructivismo y la realidad que permanece desconocida” en Teoría de Sistemas Sociales II (artículos), Santiago, Universidad de los Lagos-UIA-ITESO, 1999, p. 103. 11 Confróntese N. Goodman, Ways of Worldmaking, pp. 7-17: a) Composition and Decomposition; b) Weighting; c) Ordering; d) Deletion and Supplementation; e) Deformation. 12 Véase El texto histórico como artefacto literario, Barcelona: Paidós, 2003, p. 109. 13 Confróntese N. Goodman, Maneras de hacer mundos, p. 38. 14 Ibid, pp. 42-43. Esto se halla en consonancia con la crítica que el autor realiza al dictum de la lógica clásica que establece que las oraciones denotan valores de verdad. Goodman hacer ver que ahí hay una reificación de la verdad y de la falsedad, las cuales más bien dependen del uso contextual de los enunciados: “¿Pero qué denota una oración [sentence], si es que denota algo? De acuerdo con una opinión extendida entre los lógicos, un enunciado [statement] denota un valor de verdad; esto es, todos los enunciados verdaderos denotan verdad y todos los enunciados falsos denotan falsedad. Esto no me parece adecuado, al menos, por tres razones: en primer lugar, por la reificación de los valores de verdad. (¿Qué tipo de entidades puede ser la verdad y la falsedad?); en segundo lugar, por la identificación de los denotata de todos los enunciados verdaderos sin tener en cuenta las diferencias temáticas…; y en tercer lugar, por la ausencia de cualquier estipulación acera de los enunciados no declarativos…”, De la mente y otras materias, p. 95. 15 Véanse sus obras Adiós a la razón, Madrid: Tecnos, 1984; ¿Por qué no Platón?, Madrid: Tecnos, 1985, y Tratado contra el método, Madrid: Tecnos, 2003. 16 Véase especialmente su libro Contingencia, ironía, solidaridad, Barcelona: Paidós, 1991. 17 Véase su colección de ensayos Márgenes de la filosofía, Madrid: Cátedra, 1999. 18 Goodman, De la mente y otras materias, p. 23. 19 Goodman, Maneras de hacer mundos, pp. 54-55. Goodman hace asimismo una penetrante digresión sobre la borrosa frontera entre las características intrínsecas y extrínsecas de los textos, pero no entraré en ese detalle aquí; su enumeración es suficiente para lo que he intentado mostrar. 20 Ibid., p. 49. (de "Replicante. Cultura crìtica y peiodismo digital, julio 2012)

5 de julio de 2012

Etica Informàtica: la adicciòn a las redes sociales.

Cómo saber si eres adicto a Facebook, Descúbrelo respondiendo a estas 6 preguntas. Cómo saber si eres adicto a facebook. La apabullante presencia de Facebook en nuestros días hizo pensar a la investigadora noruega Cecilie Schou Andreassen que puede existir una adicción a Facebook similar a la que se desarrolla con el juego. "Si sus amigos y de broma familiar dicen que eres adicto a Facebook, puede que tengan razón." Dice Cecilie Schou Andreassen. Los investigadores noruegos han identificado seis signos para saber si usted puede ser adicto. Han usado esos signos para desarrollar una prueba para ayudarle a averiguar si ustde sufre de una adicción a los medios de comunicación social. La prueba, llamada Bergen Facebook Addiction Scale, se basa en seis criterios básicos, donde todos los elementos se puntúan en la escala siguiente: (1) En muy raras ocasiones (2) Rara vez (3) A veces (4) A menudo, y (5) Muy a menudo . Los signos son los siguientes: Usted pasa mucho tiempo pensando en Facebook o en un plan de uso de Facebook. Siente el impulso de usar más y más Facebook. Se utiliza Facebook para olvidar los problemas personales. Usted ha tratado de reducir el uso de Facebook sin éxito. Siente inquietud o alguna problemática si no puede usar Facebook. Puede utilizar Facebook tanto, que ha tenido un impacto negativo en su trabajo / estudios. Si usted es, de hecho, adicto, no estás solo, dicen los investigadores. "El uso de Facebook se ha incrementado rápidamente. Se trata de una subdivisión de la adicción a Internet conectado a medios de comunicación social ", dijo Cecilia Schou Andreassen, quien dirigió el estudio. Andreassen dirige el proyecto de investigación "Facebook Adicción" en la Universidad de Bergen (UIB) en Noruega. Los resultados de su investigación han sido publicados en la revista Psychological Reports . Andreasen dijo que ve algunas pautas claras en la adicción a Facebook. "Ocurre con más frecuencia entre los más jóvenes que los usuarios mayores. También hemos encontrado que las personas que están ansiosas e inseguras socialmente usan Facebook más que aquellos con puntuaciones más bajas en esos rasgos, probablemente porque están ansiosos por encontrar más fácil comunicarse a través de los medios de comunicación social que cara a cara ", dijo. Las personas que están organizadas y más ambiciosas corren menos riesgos de ser adictas a Facebook. A menudo utilizan los medios sociales como una parte integral del trabajo y la creación de redes. "Las mujeres están en mayor riesgo de desarrollar adicción a Facebook, probablemente debido a la naturaleza social de Facebook", dijo Andreassen. Andreasen dijo que la investigación también muestra que la adicción a Facebook se relaciona con la extroversión. Las personas con puntuaciones más altas en la nueva escala tienden a tener un poco de retraso del ritmo sueño-vigilia. El estudio se basó en 423 estudiantes, 227 mujeres y 196 hombres. A pesar de los hallazgos de Andreassen, otros no están tan convencidos de las adicciones basadas en Internet. "Hay a menudo concurrentes trastornos psiquiátricos, como ansiedad, depresión o un trastorno en las relaciones interpersonales, todo lo cual puede explicar los problemas de la persona relacionadas a Internet", dijo Ronald W. Pies, profesor de psiquiatría clínica en la Universidad Tufts BusinessNewsDaily. Sin embargo, eso no quiere decir que sea difícil la posibilidad de una adicción basada en internet. Por el contrario, él cree que se necesitan mejores investigaciones para cuantificar estos comportamientos. "Finalmente nos puede venir en torno a la idea de que la adicción a Internet es un trastorno mental discreto, pero que será necesaria diseñar una investigación cuidadosamente destinada a vincular la adicción a Internet con los factores familiares y genéticos, biológicos concomitantes y las respuestas a los tratamientos específicos". (Una vida lùcida, julio de 2012)