19 de octubre de 2011

Deontología Profesional (ASC/RRHH): Definiciones y conceptos.

Ética y Deontología.



El hombre, desde los primeros años de su existencia, va creciendo con las ideas de “bien” y de “mal”, que le son inculcadas en su hogar, y luego reafirmadas, o incluso modificadas, por la sociedad en que vive.
El modo de inculcación es casi siempre vivencial, y a veces sistemático, por ejemplo, a traves de la acción de la escuela y los medios masivos de comunicación.
Pero es aproximadamente a partir del umbral de la adolescencia, que la persona piensa y reflexiona por sí sola, y se pregunta acerca de qué es lo bueno y qué es lo malo, por qué son malas algunas acciones y por qué otras son buenas, cuáles son los fundamentos de la moral, y cuál es la regla de moralidad a la que tiene que ajustar sus acciones.
Estas, tal cual ya se ha visto, son las cuestiones que hacen al problema ético. Y son la prueba de que en todas las culturas existe un “hecho moral”, un “fenómeno moral” detrás del cual se esconde un sentido de responsabilidad.
Dentro de la conciencia, se puede experimentar que todas las acciones van acompañadas de una sensación de responsabilidad sobre cada cosa que se hace. Las personas se sienten responsables de aquello que eligen y ejecutan libremente.
Cuando la persona adulta se dispone a la reflexión, no puede escapar al planteo del problema ético. Quizás la reflexión como tal tarde en aparecer, pero al fin llega. Así, cada persona ansía saber si es realmente buena. Las apariencias de una moralidad puramente exterior no engañan a nadie, ni siquiera al propio sujeto. El cumplimiento de las leyes positivas no es suficiente, a veces, para hacer de la persona un ser “moralmente bueno”, pues hay muchos actos humanos que escapan a las leyes, y porque además no todas las leyes humanas son moralmente buenas, más allá de que debieran serlo.
Efectivamente, la “moralidad” y la “legalidad” no son conceptos convertibles, y en los hechos no siempre un acto legal es moral, ni siempre un acto moral es legal.
La única manera de juzgar bueno o malo moralmente un acto humano, es comprobar si se adecua, o no, a una determinada pauta, norma o criterio moral. De esta manera, si se llega a conocer mediante la reflexión filosófica, cuál es la norma de moralidad, se contará con el instrumento necesario que permitirá juzgar buena o mala una determinada acción. Por lo tanto, si armoniza con la norma establecida como resultado de una racionalización madura, será moralmente buena. Caso contrario, será mala, en proporción al grado o nivel de desarmonización.
Por eso se concluye que la Ética debe constituir una estructura normativa, pero en tanto tal no es “vacía”, sino que es también un contenido de “valores”.
La norma orienta, evita los desvíos, allana el camino, proporciona tranquilidad en el obrar, cuando el sujeto consciente procede con buena voluntad.
Esto supone que existen “valores morales” que satisfacen el sentido del acto humano que se realiza; que hay “bienes” que perfeccionan la naturaleza humana mediante el ejercicio de actos virtuosos; que hay “fines” a los que se apuntan en la vida, y a los que se desea llegar voluntaria y libremente.



En tanto la Ética proporciona normas para regular la conducta humana en general, cualquiera sea el estado, la edad, la profesión o el oficio de la persona, se puede hablar de una “Ética General”.
Pero hay determinadas actividades humanas, como por ejemplo, las profesiones, que generan en quienes las ejercen obligaciones y derechos específicos, que no incumben a quienes no las ejercen.
La Deontología no constituye una Ética aparte, sino que es la misma Ética que se refiere a las actividades concretas de cada profesión, especificando las aplicaciones que derivan racionalmente de los principios generales, e intentando conciliar estos últimos con las reglamentaciones del Derecho Positivo de cada país, para el ejercicio válido de cada profesión.
El “objeto material” de la Ética son los actos humanos, considerando en esta categoría aquellos actos del hombre que se hacen conscientemente, libremente, y con el uso de la razón.
El “objeto formal” de la Ética es la relación que los actos humanos tienen con la norma ideal de la conducta humana, de modo que puedan ser calificados como buenos o malos.

El término “deontología profesional” hace referencia al conjunto de principios y reglas éticas que regulan y guían una actividad profesional. Estas normas determinan los deberes mínimamente exigibles a los profesionales en el desempeño de su actividad. Por este motivo, suele ser el propio colectivo profesional quién determina dichas normas y, a su vez, se encarga de recogerlas por escrito en los códigos deontológicos. A día de hoy, prácticamente todas las profesiones han desarrollado sus propios códigos y, en este sentido, puede hablarse de una deontología profesional periodística, de una deontología profesional médica, deontología profesional de los abogados, etc.
Es importante no confundir deontología profesional con ética profesional. Cabe distinguir que la ética profesional es la disciplina que estudia los contenidos normativos de un colectivo profesional, es decir, su objeto de estudio es la deontología profesional, mientras que, la deontología profesional es el conjunto de normas vinculantes para un colectivo profesional.

A lo largo de la historia ha habido diversas maneras de entender la ética y distintas propuestas morales orientadoras de la vida humana. Es posible decir que la Ética es una parte de la Filosofía Práctica que se ocupa del hecho moral y de los problemas filosóficos que nacen de la conducta humana. La ética se dedica al estudio de los actos humanos, pero aquellos que se realizan por la voluntad y libertad absoluta, de la persona. Todo acto humano que no se realice por medio de la voluntad de la persona y que esté ausente de libertad, no forma parte del campo de estudio de la ética. La ética, por tanto, no inventa la vida moral sino que reflexiona sobre ella. Desde la perspectiva del discurso moral existe la presunción, además, de que el ser humano es en cierto modo libre. Esta consideración deja abierto el campo de posibilidades de actuación de los seres humanos. En el ejercicio de esa libertad se producen conflictos que constituyen la clave de la vida moral y sobre los que la ética, como reflexión teórica, trata de dar luz, para encauzar adecuadamente la praxis, la acción humana.
La propia discusión de una ética profesional ya implica la idea de la existencia de un código moral colectivo con un cierto grado de intersubjetividad y con un carácter vinculante entre sus miembros, y no sólo un mero conjunto de normas apelativas a la intuición, a la emoción o al extremo del relativismo de la moral individual.
Las normas deontológicas son incomprensibles sin la referencia al contexto o grupo social en el que son obligatorias. La obligación se circunscribe a ese grupo, fuera del cual pierden la obligatoriedad.

El término deontología procede del griego: to deon (lo conveniente, lo debido) y logía (conocimiento, estudio…); lo que significa, en términos generales, el estudio o la ciencia de lo debido. El objeto de estudio de la Deontología son los fundamentos del deber y las normas morales. El concepto de deontología fue acuñado por Jeremías Bentham en su obra Deontología o ciencia de la moral, donde ofrece una visión novedosa de esta disciplina. Para Bentham, la deontología se aplica fundamentalmente al ámbito de la moral; es decir, a aquellas conductas del hombre que no forman parte de las hipótesis normativas del derecho vigente, aquellas acciones que no están sometidas al control de la legislación pública. Esto sugiere una de las intenciones de la redacción de los códigos deontológicos: explicitar la dimensión estrictamente moral de una profesión, aquellos comportamientos exigibles a unos profesionales, aunque no estén delimitados jurídicamente, o quizá, por ello mismo.
La primera alusión al término deontología la hizo Bentham en su obra Science de la Morale (París, 1832). Con dicha alusión al, se quiso dotar de un enfoque algo más liberal al concepto de ética y convertir en un concepto laico el término, hasta entonces religioso, “moral”. En otras palabras, pretendía lograr la fórmula kantiana, esquivando la carga de subjetividad de la moral y la ética. Se apela así al racionalismo, con un mecanicismo casi matemático con el que valorar los comportamientos por su utilidad. Sin embargo, el intento de Bentham por cambiar el contenido de la moralidad por un concepto más “aséptico” y menos valorativo, no logró esa transformación por el mero hecho de acuñar un nuevo término. Es decir, aun hoy, cuando nos referimos al término deontología, seguimos relacionando ésta con la ética y/o la moral.
Bentham considera que la base de la deontología es el utilitarismo, lo que significa que los actos de las personas se consideran buenos o malos en función de la felicidad global que puedan generar. Según este marco teórico, el fin de una acción debe ser conseguir la máxima felicidad para el mayor número de personas. De este modo, toda acción que conduzca a ese fin, será aceptada como moralmente correcta.
¿Qué es aquello a lo que podemos denominar bien en sí o bien incondicional? En nuestro contexto sociocultural actual, es la dignidad de cada persona, que debe ser admitida y garantizada jurídicamente y defendida políticamente. La dignidad es aquello que debe constituir el núcleo principal de toda ética filosófica y de toda deontología profesional que se precie.
A través de la deontología, la ética profesional adquiere un reconocimiento público; y es que la moral individual se hace trascendente en el campo de la profesión. La deontología surge como una disciplina que se ocupa de concretar normas en el ámbito profesional para alcanzar unos fines.
Si se parte de considerar a la ética como una ciencia filosófica-normativa y teórico-práctica que estudia los aspectos individuales y sociales de la persona, bajo la luz de la razón, y teniendo siempre como fin el “bien honesto”, o la honestidad, se podrán deducir los siguientes elementos:
a- Objeto material: realidad que constituye el objeto de estudio. En ética es la persona, el ser y la configuración virtuosa o viciosa que se dé a sí o cada uno a través de las acciones. Son susceptibles de calificarse como éticas pues, las acciones humanas que son libres (dependen de la voluntad de la persona).
b- Objeto formal: Punto de vista según el cual las acciones son calificadas como buenas o malas. Se denomina “moralidad” y se basa en valores y normas.
c- Conocimiento (Ciencia): Aquello que se sabe de manera cierta y sus causas. Doctrina ordenada que constituye una rama particular del saber humano.
d- Disciplina filosófica: La ética como disciplina filosófica intenta a través de métodos de análisis y experiencia propios de la filosofía, elaborar los conceptos y argumentos para comprender la dimensión moral de la persona.